DE TRANSPORTES Y
TRANSPORTISTAS
Los Guayos nunca ha sido un lugar privilegiado a la hora
de hablar de su transporte pública ni antes cuando era un municipio Foráneo de
Valencia, ni ahora que es un Municipio aparte., (no decimos autónomo por que
sería una redundancia per se, según los entendidos). De hecho trasladarse desde
los Guayos hacia el centro de la ciudad siempre ha sido una experiencia
bastante cargada de adrenalina, por no decir religiosa, tanto en tiempos
pretéritos como ahora. Sin evocar los tiempos de carretas, jumentos y otros
artilugios de sangre del ayer, desde un principio, existía una humilde línea de
transporte público que comunicaba a la población a otros lugares como fue la
pionera Unión las Agüitas o Unión de
conductores Los guayos. Lo malo era que el servicio era prestado por allá a
mediados de los setenta, por medio de pequeñas camionetas tipo vans que eran
una verdadera apología a la claustrofobia, por lo pequeñas y por contar con un
sistema de vidrios que solo permitía abrir un pequeño resquicio que convertía
las fosas nasales en verdaderos probóscides, produciendo en consecuencia, alzas
y bajas de tensión, sudaderas copiosas y manifestaciones de angustia sobre todo
en los niños de la época.
Sin embargo, el trato
amable y servicial de los conductores de esos tiempos permitía sobre llevar muy
bien la situación, a pesar del maremagno biliar y estomacal que a veces quedaba
reflejada en dichas humildes pero serviciales unidades. Con el tiempo, hicieron
su aparición las unidades autobuseras que interconectaron aun mas a Los Guayos,
como las recordadas Transporte Coromoto de color blanco y marrón que partían
desde la Panadería del Sector Uno de la Vivienda Popular Los Guayos hasta Campo de Carabobo, por tan solo 1 Bs. de los
auténticamente fuertes. También estaban los amarillos autobuses de Colectivos
Alfa Y Omega, los cuales también partían
desde la Vivienda hasta la manguita. Entre sus unidades más famosas recordamos
al célebre “Trinity” y el llamado “Diosa del Amor”, los cuales eran verdaderas
quincallas ambulantes adosadas de peluches, calcomanías y demás accesorios
“Disco”.
Desde las agüitas, desde el sector seis, salían los
famosos Transporte Monumental con su característico color rojo y blanco, que
luego fueron desapareciendo para dar paso a los Expresos Florida de idéntico
color y que causaron furor en su momento. Muchos aun recuerdan al popular “Chiricuto”
No. 44 adornado de abundante peluche y música a todo dar (como verán, no es
nada nuevo esto de la estridencia colectiva) y la unidad No. 76 con un rotulo
en la parte posterior que lo identificaba como el “Amante Salvaje”. Esta unidad
estaba exquisitamente pintada con una luz giratoria roja en su parte superior,
pero lo innovador en aquellos tiempos era que en su interior poseía en n el
techo interno un luz rotativa azul eléctrico, con afiches alusivos a música y
el formidable sonido de un “capé 9000”, donde se dejaban oír música dancing de
“Magic Mezclas (si, la del conejito en la portada) o algún casete (lo dije
bien, casete) con música disco mezclada por las minitecas “Infierno”, “Sandy
Lane” o el “Canto del Cisne). Como es de suponerse, muchos jóvenes de esos
tiempos lo esperaban ansiosos en las paradas. Los Expresos Florida cubrían la ruta
desde Las Agüitas hasta Naguanagua, casi en Carialinda y luego se fueron
mudando hacia la Florida, hasta que desaparecieron.. El último de estos
llamados expresos que por solo un bolívar le permitían recorrer casi toda
Valencia, se dejó ver hasta 1990 aproximadamente, desplazado por las camionetas
y el uso y abuso de sus estructuras.
Igualmente, desde el sector cuatro de las Agüitas, salía
el Transporte Michelena, de franjas horizontales anaranjado y negro, que luego
pasaron a ser Transporte Guarico, de color blanco con naranja los cuales
cubrían la ruta Las Agüitas- Vivienda –Centro –Las Palmeras. En un tiempo a
este transporte le agregaron unos autobuses Pegaso que misteriosamente
desaparecieron. Al final el último de estos autobuses se le vió rodar triste y
desvencijado hasta finales de los noventa.
Desde el sector seis de Las Agüitas, partían además, unos
enormes autobuses blancos con azul, creo que de la marca Marcopolo, muy altos,
denominados Transporte El Carmen, que pasaban por la Vivienda hasta el Centro
de Valencia. Silenciosamente también desaparecieron sin avisar, lo cual fue
triste ya que eran muy cómodos y espaciosos. La población del Roble, también
poseía su servicio de transporte encarnado en el Transporte Piedad de color
verde y blanco que con el tiempo cambió a Colectivos Santa Rosa. De esto
últimos aun subsisten como verdaderas proezas de la ingeniería por las calles
de la ciudad de Valencia, algunos hasta el Palotal y otros más osados siguen
rumiando las vías del Municipio los Guayos.
En la actualidad, los únicos autobuses que prestan
servicio en el Municipio están a la orden del Transporte La Libertad que van
desde Piedras negras hasta la Florida. Las Agüitas se sirve con las
camionetitas de Unión de Conductores las
Agüitas y los Guayos pueblo aun posee los tradicionales carritos por puestos
que le sirven desde 1974 hasta hoy.
Como hemos visto, hay cosas que en materia de transporte
aun no han cambiado mucho a pesar de nuestra explosión demográfica y
estructural. Los viejos buses desaparecieron por lo vetustos. Usted cómodamente
podía ir en un puesto mientras a través de la lata del piso podía apreciar el asfalto
y sus huecos a través de un elocuente agujero, o estar una hora sobre los
asientos de pasta dura un verdadero desafió renal.
En muchas ocasiones se veía al autobús con la carrocería
apuntando hacia algún lado pero con las ruedas derechas en claro desafío a las
leyes del equilibrio, abarrotado de pasajeros adosados a sus puertas, donde los
usuarios más atrevidos y tóxicos iban a
sentarse hacia atrás e inhalar
aquella nube negra de smog, parida de los vientres de añejos automotores marca
REO, BLUE BIRD, WHAITE y otros más antiguos todavía.
Tal vez ya no les observe por acá, aunque de igual
manera, observamos camionetas que si bien son más rápidas y modernas (no
siempre), aun lastran los viejos problemas de sobre carga e incomodidad y en el
peor de los casos ha dado paso a una nueva degeneración estructural cuasi
genética llamada MALANDRONETA, siniestra estructura de vidrios oscuros, música
infernal con cinco malandros en cada puerta y donde le espetan al usuario todo tipo
de improperios, amén de los atracos y otras vejaciones tropicales.
Sin embargo y salvando lo último, se trata en esta
ocasión de rememorar lo que ha sido el transporte en el Municipio Los Guayos,
el pueblo que se negó a morir. Hasta otra vez será.